“Gong xi fa cai”.
Me gusta celebrar el cambio de calendario chino, y, en general, participar de todas esas otras ciudades que existen dentro de la mía. En el caso de la china, resulta especialmente sencillo: del Banco Industrial y Comercial de China, sito en el Paseo de Recoletos (el banco más grande de China y el mayor del mundo por capitalización de mercado) al famoso restaurante del parking de Plaza España, es posible atravesar el centro de Madrid sin dejar de saludarse con esos simpáticos gatos dorados que reparten suerte en los escaparates de los bazares.
Pero, ¿cómo celebra un chino la llegada del año nuevo? En un arrebato marcopoloísta, pasé de largo de los motores de búsqueda de internet y bajé a preguntárselo a la regente de mi restaurante chino favorito, el Ni-Hao; una mujer muy amable que, desconociendo el castellano, no pudo darme más explicación que la de una especie de dulce de arroz y una misteriosa tarjeta, además de muchas sonrisas. En la tarjeta solamente se leían dos cosas en español: Sociedad Internacional del Budismo, y la dirección del sitio, Calle de Juan de Austria, número 30. La china añadió: “A las siete, a las siete”, y planeé acudir a la cita y ser testigo de la llegada del Caballo de Madera, pero finalmente mi marcopoloísmo se desinfló y llamé a las puertas de Google, que me dijo que, por año nuevo, los chinos tienen por costumbre: entregar a los niños un sobre rojo con una pequeña cantidad de dinero; cantar unas coplillas llamando a la buena fortuna; colocar una serie de animales e ídolos por la casa; y cenar empanadillas chinas.
A la hora de la verdad, el único agujero por el que uno puede asomarse para echar un vistazo a las otras culturas está siempre en la pared de la cocina, de manera que decidí cenar en alguno de mis restaurantes chinos de cabecera, que ya he mencionado: el Chino del Submundo de Plaza España, de dónde sobre todo recomiendo sus empanadillas al vapor, y el Escalfador Ni-Hao de la Calle de Silva, donde lo suyo es atreverse con alguna de sus fondues, el verdadero plato chino por excelencia. Pero si preferís preparar vosotros mismos la comida y dar una cena en casa, podéis encontrar los principales ingredientes de la cocina china en el Mercado de los Mostenses, aunque a mí me gusta más un supermercado que hay en esa misma plaza: el Supermercado Asia, un ultramarinos chino donde algunos errores en el etiquetado de los productos resultan de lo más divertidos. El tiempo vuela entre esos exóticos estantes.
Terminada la cena, lo suyo es acercarse al novísimo Casino de Gran Vía, donde siempre entretiene ver a los chinos que se apalancan en la ruleta americana o, sobre todo, en las mesas de black-jack. Si se observa con detalle su forma de apostar, se aprende mucho de su pensamiento.
“Gong xi fa cai”.
No es tan distinto del nuestro.
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