
La antítesis del maridi
Si antaño Malasaña estaba poblada por rockers, mods y heavys, hoy son hipsters, pin ups y maridis quienes pueblan sus sinuosas y grisáceas calles. Las tribus urbanas han mutado a especímenes parecidos –con barbas y tatuajes-, pero sutilmente delimitados por sus autóctonas y peculiares costumbres.
¿Qué o quiénes son los maridis? Le pongo en antecedentes y seguro que usted, avezado lector de Madriz en seguida dibuja un recuerdo claro de algún conocido:
Los maridis son una parte de la nueva fauna urbana que desconozco si se da en otros lugares fuera de Madrid, aunque me temo que es algo universal y habitual en las grandes urbes.
Un maridi se reconoce por varios elementos. El primero, su aspecto: van vestidos con gusto y gastan cierta dejadez en su estilo. Es decir, lucen aparentemente despreocupados y velludos… Pero, cual platónicos en la cueva, es mera apariencia. La realidad es muy diferente: cada mechón de barba, cada trozo desharrapado de tela, cada detalle en principio mugriento, está profundamente estudiado para ensalzar la heterosexualidad.
Y es que, si por algo se caracterizan los maridis, es por ser gays a los que les gustan las mujeres. Los maridis huelen bien, a frescor… pero inundan las redes sociales con declaraciones de amor a sus mujeres. Porque, en efecto, conviven con una mujer y mantienen relaciones saludablemente largas con ellas.
Las esposas de los maridis no son el común de las mujeres. Son triunfadoras, modernas, atractivas y con un puntito rebelde que delatan sus tatús de juventud y su actual ocupación (y aspecto) liberal. Lo lógico sería que se acompañaran de Malenis (esas blogueras que hacen cupcakes y fotos de gatos) tal y como hacen los hipsters… Este tipo de chicas, -también llamadas “novias de Kike”- son demasiado blanditas y dulces para los maridis, que gustan de estar con mujeres un pelín más agresivas.
Pese a lucir novia cual trofeo, los maridis lo gozan hablando de decoración, electrónica y sobre todo, moda. Al tener estos gustos tan determinados, esta especie de la que les hablo se suele confundir y entremezclar con homosexuales a la última, y parecen uno más.
Otra característica significativa es la forma de hablar, amanerada y acompañada de mucha gesticulación.
A estas alturas, estoy segura de que ya tiene localizado un maridi en su entorno. Yo conozco varios, y ocurre algo con ellos que no he dicho: son encantadores.
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