Madriz / Ideas y Entrevistas 12 de July 2016 por Irene Calvo Tweet · Share
##Madrid activismos (1968-1982) ###La Casa Encendida presenta una nueva edición de Inéditos con tres propuestas expositivas de jóvenes comisarios. Una de ellas es la del madrileño Alberto Berzosa, que traza un retrato del ambiente activista antifranquista en Madrid. “[Madrid activismos (1968-1982)](http://www.lacasaencendida.es/exposiciones/ineditos-2016-5698)” es la primera gran muestra que Alberto Berzosa comisaría en solitario. Explica cómo y por qué decidió presentarse a Inéditos: “Lo había pensado años, pero nunca me había animado. Este año decidí presentarme porque tenía tiempo para meterme en el proyecto [risas]. Notaba que todas las exposiciones que trabajaban con este tipo de material lo hacían mayoritariamente sobre Barcelona y yo, como historiador del arte, sabía que existía documentación similar sobre Madrid, así que intenté sistematizarla, organizarla y darla a conocer para equilibrar la visión que se tiene de la época”. El hecho de que sea más conocido el activismo antifranquista catalán que el madrileño, según Alberto, responde a varias cuestiones: “Un interés por su identidad nacional, celo por haber conservado adecuadamente el material y haberlo documentado mucho mejor que en Madrid, que he tenido que buscar en archivos privados, documentos amontonados en cajas de cartón... Aquí no existe ese tipo de apego a la identidad, quizás por ser la capital de España pero, precisamente por eso, el franquismo aquí estaba en todo su esplendor, lo que propició la aparición de resistencias clandestinas muy interesantes”. (figure: 1-.jpg) En _Madrid activismos_ encontramos un gran número de documentos, cartelerías, fotografías, panfletos, películas o fanzines, que proceden de diversas fuentes: “Archivos profesionales, como el Archivo Histórico del Partido Comunista de España, el archivo Historia del Trabajo, Fundación 1º de mayo, archivo de la Fundación Salvador Seguí, Archivo Lafuente y coleccionistas particulares como Ramón Adell o antiguos militantes que se han encargado de guardar documentos y obras en sus casas. Compaginando estas fuentes obtienes un retrato bastante completo de lo que sucedió”. Tras un año, aproximadamente, de investigación sobre el tema del activismo antifranquista madrileño, Alberto comenzó a estructurar la exposición tal y como la visitamos hoy: “La idea de la exposición es sacar a relucir la cultura material del activismo político y social que se hizo en Madrid en estos años, entre 1968 y 1982. Encontré bastantes recursos, pero para ajustarme a la sala, decidí seleccionar y dividirla en cinco espacios de activismo: barrios, fábricas, cárceles, calles y universidades”. (figure: 2-.jpg) En barrios como Orcasitas o Usera, encontramos una fuerte lucha obrera: “Muchos ciudadanos se iniciaban en el activismo y en la conquista de sus derechos y necesidades. El estado de bienestar empieza en los barrios y eso se ganó en estos barrios”. Así, en esta parte de la exposición vemos un fragmento de la película _La ciudad es nuestra_ (1975) de Tino Calabuig, boletines de comisiones de barrios y documentos relacionados, junto a fotografías de asambleas y asociaciones de vecinos. También en los barrios surge un movimiento ecológico que llega hasta nuestros días: “Aparece el germen del activismo ecológico; son los vecinos los que se dedican a plantar árboles para tener espacios verdes, reclaman parques y surgen las primeras manifestaciones en contra de la energía nuclear. Algunos artistas, como Darío Corbeira, dejaron notar esto en su obra”. (figure: 3-.jpg) Otro de los focos del activismo eran las fábricas madrileñas, núcleos además del proletariado y el activismo antifranquista. Berzosa ha recopilado boletines de las comisiones obreras de las fábricas, y de grupos anarcosindicalistas, las dos principales ramas en las que se organizaba el activismo en este sector. Vemos también fotografías de asambleas ilegales en fábricas: “Aprovechaban la hora del bocadillo para hablar de política o los paseos de una fábrica a otra para ir sumándose gente y poder hablar… Estrategias”, explica Alberto con una sonrisa cómplice. Un foco activista aglutinador era el entorno urbano: “En las calles encontramos reflejos del resto de activismos, aunque hay movimientos que surgen propiamente en las calles. Empiezan a tomar protagonismo unos agentes políticos que hasta ese momento habían estado relegados a otros espacios; las mujeres comienzan a formar colectivos feministas y se convocan manifestaciones con eslóganes que podrían ser actuales, pero también los colectivos de liberación homosexual y algunos colectivos de marginados, como los pensionistas o los gitanos. Otro hecho interesante que ocurre en las calles y que se puede ver en la exposición es el de la recuperación de la memoria de la Segunda República, o los primeros colectivos anti OTAN”. En el movimiento callejero también encontramos un grupo, llamado Unión Popular de Artistas, que formaba parte del FRAP “que militaban haciendo política y arte”, aclara Alberto, “es un grupo que se conoce poco pero es muy interesante por los temas que trataban y la estética que tenían. Hay mucho desconocimiento, aún hoy, en torno a este grupo, porque eran totalmente clandestinos y ni siquiera todos se conocían entre ellos, utilizaban nombres falsos”. (figure: 4-.jpg) En el ámbito de las cárceles, encontramos una serie de fotografías realizadas por Juan López, militante de la Unidad Popular de Artistas y La Familia Lavapiés. Con una cámara introducida en la cárcel de manera clandestina obtuvo, en la prisión de Carabanchel, instantáneas de algunos presos y de su vida cotidiana dentro de las penitenciarías. “Se ve como la cárcel seguía siendo un espacio de militancia: hacían sus asambleas, hablaban de política y se organizaban”. La represión y la tortura que se vivía en la cárcel era denunciada en las calles, con manifestaciones que pedían amnistías y derechos humanos básicos para los presos. (figure: 5-.jpg) Sobre el activismo en las universidades, Berzosa ha seleccionado algunas fotografías de manifestaciones y actos, realizadas por fotoperiodistas, en las cuales se censuran de una forma rudimentaria las caras de los participantes para evitar represalias. Junto a las imágenes se muestran documentos realizados por estudiantes que trataban el activismo desde otro punto de vista: “Esta recopilación deja entrever también que en la universidad se utilizaban algunos elementos menos ortodoxos que los que hemos visto en otros espacios activistas, y estaban un poco más abiertos a la contracultura que llegaba del extranjero: cómics, fanzines… El lenguaje y el humor que utilizan es muy actual”. (figure: 6-.jpg) Valorando los nuevos activismos frente a los que se exponen en la muestra es inevitable que surja una comparación, sobre esto Alberto comenta: “Era todo muchísimo más intenso. La lucha era diaria e implicaba a más gente. Existía la conciencia de que era el momento de cambiar algo y había que hacerlo desde abajo”.