Madriz / Ideas y Entrevistas 3 de April 2018 por Irene Calvo Tweet · Share

Vidrio experimentación

Dieciséis artistas han asumido el reto de utilizar -en muchos casos, por primera vez– el vidrio como material artístico para producir una serie de piezas.

En el parque de Los Castillos, rodeado de un aura de palacio de cuento, se encuentra el edificio del Museo de Arte en Vidrio de Alcorcón, MAVA. Inaugurado en 1997 por iniciativa del escultor Javier Gómez, la colección del MAVA abarca más de 180 obras realizadas por completo, o parcialmente, en vidrio. Este desconocido museo aboga por la difusión del vidrio como material artístico y sus múltiples posibilidades. Es en este contexto donde surge “Working Glass”, la muestra colectiva comisariada por el artista E1000 que se puede visitar en el Museo hasta el 27 de abril y que cuenta con piezas de Ana H. del Amo, Jorge Perianes, Miren Doiz, Pelucas, Andrea Canepa, Manu Blázquez, Cristina Llanos, Lolo & Sosaku, Nano4814, Jorge Isla, Tamara Arroyo, Jan Danebod, Iñaki Domingo, Alejandro Marote, David Herguedas y el propio E1000. Las obras han sido producidas en su mayoría en los propios talleres del MAVA y E1000 adelanta que “encontramos trabajos muy variados: desde piezas muy barrocas a otras muy minimalistas; piezas estáticas y otras móviles, incluso efectistas. Hay vídeo, política, concepto y estética, y todo ello dialogando en la misma sala. Incluso hemos contado con un concierto, surgido a raíz de una de las piezas, que tiene propiedades musicales”.

E1000 es conocido por su faceta como artista urbano, no obstante, en su trabajo de estudio ha trabajado recurrentemente con el vidrio, fue por esto por lo que el MAVA le invitó a realizar una muestra. Al recibir el encargo, E1000 quiso dar un giro a la propuesta: “En lugar de centrarme en mi trabajo, decidí invitar a una serie de artistas a investigar el material y dar forma a sus ideas en las instalaciones del MAVA”. Así, junto al técnico de vidrio David Duque, cada artista pudo familiarizarse con el vidrio y sus procesos, tal y como explica E1000: “Cada persona dispuso de una introducción, el taller y un tiempo para llevar a cabo su pieza junto al técnico del museo. El mismo mecanismo que sucede cuando compartes una técnica en tu estudio con un compañero”. De esta manera, la mayoría de las piezas se han podido producir en los talleres del MAVA, con la indispensable colaboración del técnico de vidrio, quien ha guiado a los artistas en sus procesos e ideas: “David Duque ha sido esencial en el proceso de la mayoría de los trabajos y ha compartido su conocimiento, experiencia y dedicación para materializar la obra de cada artista. Ha sido muy agradable trabajar con él”. Junto a Duque, E1000 también ha ejercido como acompañante de los artistas en sus diferentes procesos creativos y materiales: “Buscar soluciones a objetivos que no parten de ti es un reto y, por supuesto, también ha sido un aprendizaje pensar el material de una forma diferente”. En este sentido E1000 se ha estrenado como curator, una figura cultural que no había desempeñado hasta el momento: “La experiencia no me ha disgustado, aunque con este proyecto uno de los objetivos era, en cierto modo, salir del comisariado tradicional y dar paso a la ‘praxis’ y a la fluidez de las relaciones a través del aprendizaje en el taller. En caso de repetir la experiencia sería, sin duda, con otras condiciones económicas”.

La selección de los artistas se basó en una premisa primordial: “Que no hubieran trabajado directamente el vidrio, para que el proceso partiera desde el aprendizaje del propio material”. Así, para la mayoría de los artistas participantes este ha sido el primer contacto que han tenido con el vidrio como material artístico. Es el caso de la artista Tamara Arroyo, que explica cómo ha vivido esta primera experiencia con el vidrio: “Es un material en el que casi ni te fijas, al ser tan cotidiano, pero cuando trabajas con él te das cuenta de sus posibilidades. De hecho, creo que en ‘Working Glass’ se puede apreciar que cada artista lo ha llevado muy bien a su terreno”; esta primera toma de contacto ha resultado muy fructífera para Tamara que se plantea volver a trabajar con el vidrio en futuros proyectos: “De hecho, me quedé con ganas de hacer más piezas”, confiesa la artista.

Para el fotógrafo Alejandro Marote este no ha sido su primer contacto con el vidrio: “Anteriormente había desarrollado otros proyectos sobre vidrieras en espacios expositivos como Arts Santa Mónica de Barcelona y el Centro Blanquerna de Madrid”; sin embargo, esta experiencia le ha permitido profundizar sobre las aportaciones estéticas y simbólicas del vidrio en su obra: “Las propiedades de transparencia del vidrio son muy interesantes para poderlas relacionar con el lenguaje abstracto que utilizo y comprobar cómo la evolución de la luz a lo largo del día influye de manera determinante en la evolución de las piezas con las que trabajo”. Marote admite que trabajar con este material supone un curioso e interesante desafío en la actualidad: “Someter la pieza a cocción requiere de una paciencia que se enfrenta a la necesidad de inmediatez que estamos acostumbrados en esta época digital”. Por su parte, E1000 coincide con Marote en que “no es tan accesible como otros materiales y es complicado cogerle el punto”, admite el artista y, a continuación, reflexiona: “El vidrio es un material mágico que tiene la virtud de la transparencia, el brillo y los infinitos juegos con la luz o el reflejo. En estos días de trabajo, el soplador independiente, Emilio Elvira, dijo una frase que se me quedó grabada: ‘El vidrio es un material que se encuentra cómodo en estado líquido y es en ese estado cuando no lo vemos. Siempre que se hace visible y tangible está en re-tensión’”.