Madriz / Ideas y Entrevistas 16 de January 2018 Tweet · Share

Comunicar arte

Gestora cultural,  periodista, comisaria y Directora de Comunicación de la feria de arte contemporáneo Art Madrid, Bárbara Vidal Munera reflexiona sobre el coleccionismo, los canales de venta del arte, la relación de los medios de comunicación con el sector artístico y el papel de la mujer en el ámbito de la cultura.

Periodista y gestora cultural, Bárbara Vidal se considera “un ser visual”, que empezó a ver el arte “como magnífico misterio” estudiando las asignaturas de Psicología Social y Antropología Cultural en la carrera de Sociología. Acabó sintiéndose como un “observador participante” en el mundo del arte, disfrutando de cómo el arte “es a la vez producto y esencia misma del ser humano en sociedad”.

Del 21 al 25 de febrero se celebrará en Madrid la XIII edición de la feria de Arte Contemporáneo Art Madrid (en la Galería de Cristal de CentroCentro Cibeles). Por quinto año consecutivo, Vidal forma parte del equipo organizativo, como Directora de Comunicación.

Su experiencia en el sector de la comunicación y promoción cultural es amplia y variada. Entre otras cosas, trabajó como redactora y presentadora de RTVE y para otros medios analógicos y digitales. Cuando hablamos -en la entrevista que se puede leer a continuación- de cómo ha evolucionado este ámbito a lo largo de los últimos años, no oculta un cierto pesimismo. Fragmentación excesiva, falta de rigor y variedad en las propuestas, escasez de contenidos alternativos y verdaderamente críticos, son algunas de las tendencias que, en su opinión, se están imponiendo actualmente, empobreciendo y homologando la oferta. Ofrecer contenidos de calidad, nos dice, sigue siendo lo importante. Hoy como ayer.

Además de hablar de comunicación, en la entrevista le pedimos un pequeño avance del programa de Art Madrid, que un año más contará con la sección "One Project", comisariada por Carlos Delgado Mayordomo y dedicada al trabajo de artistas jóvenes y mid career. Asimismo, hablamos de temas como el arte urbano, la iniciación al coleccionismo de arte, la venta online de arte, los hombres de las cavernas, la situación de la mujer en el sistema del arte en España y muchos más…

Un ámbito en el que has desarrollado una experiencia profesional importante es el periodismo cultural, tanto en medios tradicionales (fuiste redactora y presentadora de RTVE, entre otras cosas) como en medios digitales. ¿Cómo ha evolucionado, desde tu punto de vista, la comunicación cultural en los últimos años?

Me gustaría ser más optimista, pero he visto cerrar demasiadas revistas culturales en los últimos años y prefiero no hablar del lugar que ocupa la cultura en los espacios televisivos, sean públicos o privados. La comunicación en general ha cambiado, se ha atomizado hasta niveles absurdos, hay multitud de prescriptores, multitud de voces, de páginas web, de mensajes, de agendas, de imágenes… y, en lugar de generar una masa de público más crítica, selectiva y más curiosa, me temo que ha generado aturdimiento y falta de rigor. Los medios (y profesionales individuales de la comunicación) que promueven una cultura rica, variada, con crítica (¿dónde está la figura del crítico?¿Es que no hay ninguna exposición mala?¿No hay ningún disco fallido? ¿Ningún libro aburrido?), contenidos propios, investigación, propuestas alternativas etc. son pocos, muy buenos, muy profesionales, pero escasos.

En febrero se celebrará en Madrid la XIII edición de la feria de arte contemporáneo Art Madrid, de la que eres Directora de Comunicación por quinto año consecutivo. ¿Ha cambiado tu manera de trabajar a lo largo de este lustro?

Siempre intentamos que la relación con los medios sea muy directa, muy personalizada, creo que es la única manera de generar contenidos más interesantes, adaptando tu propuesta al perfil de cada lector. Hay medios que prefieren los impactos gráficos y los contenidos más sencillos, tipo píldora, destacados, titulares; hay medios que prefieren profundizar un poco más y quieren escuchar las voces de los protagonistas de la feria… Tratamos de facilitarles lo que necesitan en cada caso. En eso no ha cambiado nada, es un estilo que quisimos probar y ha funcionado. Lo que sí ha cambiado es la comunicación en redes sociales, hace 5 años era Facebook el centro neurálgico de la comunicación, luego Twitter se convirtió en lo más importante para estar al día, y ahora es Instagram lo que está de moda… Vamos trabajando estrategias para subirnos a esas olas pero no olvidamos que lo importante es ofrecer contenidos de calidad.

A propósito de Art Madrid, ¿nos puedes adelantar algo del programa de la edición de este año?

Art Madrid se ha convertido en una referencia para mucha gente, es una feria asequible en muchos aspectos, es un recorrido fácilmente asimilable y ofrece un abanico bastante completo y realista de lo que está ocurriendo en el arte contemporáneo: eclecticismo, transdisciplinariedad, salto generacional… Es precisamente en estos nuevos talentos y en estas nuevas maneras de entender el arte en los que hemos tratado de enfocar en la edición de 2018. Hemos querido darle importancia al arte joven haciéndolo convivir de forma armónica con los consagrados de la feria. Es muy interesante el contraste de referentes, de técnicas, de perspectivas… En el programa paralelo hemos puesto el foco en el binomio arte y educación para plantear, de alguna manera, si no son casi sinónimos. Contamos con unos colaboradores de lujo para estas actividades.

Un año más se presentará al público el Programa "One Project", comisariado por Carlos Delgado Mayordomo, en el que se apuesta por el trabajo de artistas jóvenes y de media carrera. ¿Se ha convertido este escaparate para nuevos talentos en una parte esencial de la oferta de la feria?

Sin duda. La selección de Carlos es algo así como un sello de garantía de aquellos artistas de los que seguro se hablará en el futuro. Al menos, así lo veo yo. Tiene intuición para el talento y ha enriquecido sobremanera la propuesta de Art Madrid.

¿La presencia en Art Madrid de un artista invitado tan puntero como Okuda San Miguel significa que estamos asistiendo, también en España, a la consagración del arte urbano dentro del mercado?

Sí, y no es sólo una cuestión de mercado, entendido esto como una oportunidad más de realizar una transacción económica. La inclusión del arte urbano, de la cultura de la calle como espacio de libertad, del uso de los objetos y materiales que caracterizan la cultura de masas en la era tecnológica y consumista, está muy relacionada con lo que hablábamos antes de las nuevas maneras de entender el arte. No quiere decir que todo sea arte pero sí que el arte evoluciona en un contexto determinado, en una realidad concreta y también evoluciona la manera de hacerlo, de verlo, de entenderlo...

¿Las plataformas digitales de venta online de obras de arte representan una amenaza para las ferias y las galerías tradicionales, o crees que los canales online y offline puedan convivir?

Pueden y deben convivir; ya no hay vuelta atrás, somos digitales. Es más, pueden alimentarse y optimizarse mutuamente. Es difícil que alguien (no entendido) compre una obra de ciertas dimensiones y características técnicas o de cierto precio, sin querer tener antes la experiencia de verla de cerca, de convivir en el mismo espacio que ella. Porque las obras, igual que las personas, necesitan un espacio vital y con el arte hay que aprender a convivir, notar cómo respira. Además, es bueno que haya un prescriptor experto que te cuente más cosas, que te amplíe el horizonte. Por otro lado, las plataformas digitales te permiten acceder a una oferta prodigiosa, contactar con artistas, buscar por temáticas, incluso hay quien busca por colores… El gusto ya se moldea por otras vías.

¿Qué consejo le darías a un joven que quisiera empezar a comprar arte hoy en día?

Que lo haga. Que decida qué presupuesto quiere/puede dedicarse a sí mismo, a un placer absolutamente personal e íntimo. Y que lea, en general, de arte, de filosofía, de estética, que lea revistas especializadas, artículos en Internet, que lea libros, que vea fotos, que vea películas no convencionales (y raras también), antiguas y modernas, que escuche música de todo tipo, de todo el mundo… Eso le irá guiando a la hora de elegir sus piezas.

Además de en ferias de arte y medios de comunicación, has trabajado en galerías, proyectos editoriales, comisariado y gestión cultural orientada a la promoción y difusión del arte contemporáneo. ¿Cómo ves la situación actual de la mujer (tanto artista como otro tipo de profesional) dentro del sistema del arte en España?

Es paradójica, triste también. En toda mi trayectoria en el sector cultural, en todas sus vertientes y más aún desde que empecé a trabajar en el sector del arte he trabajado con un 80% de mujeres dedicadas a la creación, producción, gestión y comunicación de arte. Pero, en general, en todos esos medios, proyectos, empresas, etc. a la hora de tomar decisiones últimas, la dirección la llevaba un hombre. Cuando la media ya se rompe por completo es cuando hablamos de proyectos independientes, alternativos, autogestionados, (yo incluiría aquí LIBRES). Aquí, prácticamente el 100% están comandados por mujeres o por equipos mixtos igualitarios. Y, ya que me preguntas, creo que son este tipo de proyectos los que están generando muescas nuevas en la rueda, cambios en la morfología esencial de la sociedad, en su estructura, y son este tipo de proyectos los que darán fruto a largo plazo. Riquísimo, jugoso y alimenticio fruto.

Algo que ambos tenemos en común es la formación sociológica. En mi caso la sociología me ha llevado a tener una visión del arte de tipo reticular, o “conectiva”, por así decirlo, bastante distante de la visión ideal romántica, que Pierre Bourdieu definió como la “religión del arte”. ¿Crees que en tu caso el imprinting sociológico ha condicionado tu aproximación al mundo del arte?

Las asignaturas que más disfruté en la carrera fueron la Psicología Social y la Antropología Cultural, y en ambos casos el arte aparece como magnífico misterio. Me propuse desde siempre -desde niña soy un ser visual, me hipnotizaban las texturas, las imágenes, los colores…- desentrañarlo de un modo primitivo, sensorial, intuitivo, hasta que me encontré siendo un “observador participante” al estilo Marvin Harris y disfrutando de cómo el arte es a la vez producto y esencia misma del ser humano en sociedad.

En tu opinión, ¿para qué sirve el arte?

Ese es el misterio que mencionaba. El arte, en general, así como concepto, no sirve para nada. ¿Qué necesidad tenían los hombres de las cavernas, con el frío que hacía, las bestias acechantes, las enfermedades, de ponerse a perfilar las sombras de sus propias manos sobre la pared de las cuevas? ¿Servía para algo? No. Era el puro asombro, pura magia… y una nueva conexión neuronal que le llevó a una revelación esencial para el desarrollo del pensamiento moderno: la capacidad de imaginar, de crear imágenes, ya fueran físicas o simbólicas. Sobre todo esto hay un libro espectacular de Jean Françoise Martel que se llama “El arte en la época del artificio”. Te vuela la cabeza. El arte, digo, el libro también.