Madriz / Pantalla 14 de January 2015 por Grace Morales Tweet · Share

Un bigote para dos

Recuperado el experimento humorístico de los fundadores de “La Codorniz”: utilizar una película extranjera, quitarle el sonido y doblarla con música y diálogos absurdos.

Los fans del humorismo español de principios del siglo XX habíamos leído mucho sobre esta película. Sabíamos que llevaba perdida desde la última vez que se proyectó, allá por 1949. Por fin, a finales del 2014 hemos visto en varios pases (Cineteca, Bellas Artes, Filmoteca…) una versión cercana a la original.

Este milagro ha sido posible gracias al trabajo de investigación de Felipe Cabrerizo (estudioso del cine español y sus relaciones con el humor y las dictaduras) y Santiago Aguilar (director y guionista, miembro de La Cuadrilla). Durante la escritura de un libro sobre “La Codorniz”, ambos  localizaron el guion de Tono y Mihura. Después, en un página de Internet de ideología radical que vendía películas  alemanas consiguieron la original, una opereta austríaca que narraba un episodio sentimental de la vida de Johan Strauss, de título “Unsterbliche melodien” (Heinz Paul, 1935).

Durante el verano del 40, Tono y Mihura cambiaron la trama de esta película, así como sus canciones, que interpretarían actores y cantantes de la productora CIFESA. Lo que era un melodrama con valses y polcas se convirtió en una historia delirante a ritmo de chotis y sevillanas, con personajes absurdos y chistes sobre obsesiones de la época, como la comida (las flores son siempre patatas fritas) y la bebida (el vino blanco es agua), o temas imperecederos, desde una actitud mucho más corrosiva de lo que pueda parecer a simple vista.  El triángulo amoroso es sustituido por una historia como de las viñetas que creaban en “La Ametralladora” u otras revistas: Strauss pasa a llamarse Enriqueto, el bigote aparece como personaje y a una de las mujeres se le ha puesto voz de tenor. Cambian los rótulos, hacen juegos de palabras al traducirlos del alemán; todo ello para transformar la película en una experiencia desternillante. Por desgracia, al no disponer de la copia original, no escuchamos el doblaje español, por lo que este nuevo pase de “Un bigote para dos” se hace con la original más los subtítulos que Cabrerizo y Aguilar han insertado en el DVD austríaco. Pero sigue siendo un acontecimiento único, muestra del humor genial, para nada acomodaticio o biempensante de sus autores.

Este experimento fue pionero en España. Tono y Mihura  estaban picados por ser los primeros en estrenar su “Bigote”, antes de que el escritor Enrique Jardiel Poncela hiciese lo propio con su criatura. El gran artista había trabajado en Hollywood para la Fox adaptando y doblando películas al español. Sobre unos cortos de cine mudo, grabó con su voz, muy característica, diálogos inventados y comentarios divertidísimos. A esa serie la tituló “Celuloides Rancios” y sí, se adelantó a la pareja. Más tarde, esta costumbre de comentar, con mayor o menor fortuna, clásicos del cine mudo o sonoro se repetiría en Televisión Española con Larry Semon o el mismísimo Charlie  Chaplin, cambiándoles hasta el nombre. Una costumbre que ha perdurado también en nuestros días, con resultados muy desiguales.

“Un Bigote para Dos” volverá a ser proyectada a finales de enero o comienzos de febrero, acompañada de un celuloide rancio de Jardiel, cuando Cabrerizo y Aguilar presenten el libro (acompañado del DVD) en el que cuentan esta preciosa historia, digna de ser reivindicada.

http://unbigoteparados.blogspot.com.es